El canon del Nuevo Testamento fue establecido oficialmente en su forma final por el tercer concilio de Cartago en el año 397. Sin embargo, dentro del círculo de cristianos que eran fieles al liderazgo apostólico, sus 27 libros fueron aceptados como autorizados desde el momento en que se escribieron y se distribuyeron.
Los cristianos del primer siglo circularon documentos escritos o aprobados por los apóstoles que contenían descripciones de la vida y la enseñanza de Jesús. Estos documentos a menudo se citaban unos a otros y presentaban el mismo mensaje desde diferentes perspectivas y en distintos estilos. Los documentos se distribuyeron ampliamente y fueron aceptados por creyentes apostólicos. Se hicieron tantas copias, que los estudios de textos comparativos hechos por los eruditos modernos pueden demostrar tanto su precisión como sus fuentes comunes. Después de ser dispersados ampliamente en el primer siglo, hubiera sido imposible que alguien conspirara para hacer cambios drásticos en los documentos en siglos posteriores. También se escribieron cientos de documentos falsos, pero la Iglesia rechazó rápidamente los documentos ilegítimos y estableció la autoridad de los que eran genuinos. (Véase el artículo «¿Qué son los evangelios gnósticos?» y ¿«Qué era el gnosticismo?»
Para obtener reconocimiento canónico, un documento tenía que pasar dos pruebas. Primero, tenía que tener un historial de «aprobación continua y amplia entre los cristianos» (J. W. Wenham, Christ and the Bible). Segundo, se esperaba que demostrara que, o bien había sido escrito por un apóstol, o específicamente aprobado por los apóstoles. El hecho de que el canon muratoriano (aproximadamente del año 170 d.C.) enumerara todos los libros del Nuevo Testamento excepto Hebreos, Santiago y las dos epístolas de Pedro es otra demostración del apoyo antiguo y amplio del canon. Otro ejemplo (y se podrían dar muchos) lo da Ireneo, teólogo del siglo II. Ireneo citó los cuatro evangelios extensamente e incluyó citas de todos los libros del Nuevo Testamento con la excepción de Filemón y 3 Juan. En realidad, el hecho de que la Iglesia recibiera oficialmente unos cuantos libros en una fecha posterior es más una demostración de su discreción y cautela, que una indicación de que estos libros de alguna manera no son confiables.
Un teólogo dijo una vez que así como Newton no creó los principios básicos de la física, la Iglesia tampoco creó el canon del Nuevo Testamento. Los escritos antiguos de los padres de la Iglesia demuestran su confianza en la autoridad de las Escrituras del Nuevo Testamento.
Escrito por: Dan Vander Lugt