A veces los cristianos prefieren adorar en el día de reposo (los sábados) por razones personales, o porque tienen el deseo de llegar al pueblo judío. Aunque respetamos las motivaciones de estos hermanos, debemos hacer hincapié en que la observancia del día de reposo no es un requisito para nosotros hoy día.

El guardar el sábado formaba parte de un pacto con Israel que no es una obligación moral para la Iglesia. Incluso cuando los cristianos adoran los sábados, no están “guardando el día de reposo”. Para “guardar el día de reposo” como se requería en el Antiguo Testamento, se necesitaría acatar regulaciones restrictivas (véanse Éxodo 16:23; 35:3; Levítico 23:32; Jeremías 17:21) que se cumplían estrictamente.  1 

Los primeros cristianos pueden haber adorado los sábados, además de otros días de la semana. Para ellos era natural hacerlo porque la mayoría eran judíos que se seguían asociando con sus hermanos judíos. Cuando Pablo viajaba de Sinagoga en Sinagoga en el mundo Mediterráneo predicando el evangelio, a menudo predicaba los días de reposo judíos. Esto era una necesidad. Después de todo, los días de reposo eran los días en que las congregaciones judías se reunían, y los judíos y los gentiles que temían a Dios y que estaban asociados con las sinagogas eran los receptores naturales del mensaje del evangelio. Sin embargo, las Escrituras (Hechos 20:7; 1 Corintios 16:1-2) y los escritos de los padres de la Iglesia muestran que el día principal de adoración en la iglesia apostólica no era el séptimo día de la semana, sino el primero.

Ignacio, el padre de la iglesia apostólica que probablemente nació durante la época del ministerio de nuestro Señor, y fue, junto con Policarpio, discípulo del apóstol Juan, dijo lo siguiente acerca de la adoración los días de reposo y los domingos:

Por tanto, si aquellos que se criaron en el antiguo orden de las cosas han llegado a la posesión de una nueva esperanza, ya no observando el día de reposo, sino viviendo en la observación del Día del Señor, en el cual también nuestra vida ha surgido de nuevo por Él y por su muerte, a quien algunos niegan, por cuyo misterio hemos obtenido la fe.… (Epístola a los Magnesios, capítulo 9).

Justino Mártir, un discípulo de Policarpio (mencionado antes) escribió:

Y después nos recordábamos continuamente el uno al otro estas cosas: Y los ricos entre nosotros ayudan a los necesitados; y siempre estamos juntos; y por todas las cosas que recibimos bendecimos al hacedor de todo por medio de su Hijo Jesucristo, y a través del Espíritu Santo. Y el día llamado domingo, todos los que viven en ciudades o en el campo se reúnen en un lugar, y se leen las memorias de los apóstoles o los escritos de los profetas, tanto como lo permita el tiempo; luego, cuando el lector ha cesado, el presidente instruye verbalmente y exhorta para que se imiten estas cosas buenas. Después todos nos ponemos de pie juntos y oramos, y, como dijimos antes, cuando termina nuestra oración, se trae pan, vino y agua y el presidente, de la misma forma, ofrece oraciones y acciones de gracias, según su capacidad, y el pueblo consiente diciendo Amén; y hay una distribución a cada uno, y se participa de aquello por lo que se da gracias, y a los que están ausentes, los diáconos les envían una porción. Y los que pueden hacerlo y están dispuestos, dan lo que cada uno cree adecuado; y lo que se recoge se entrega al presidente, el cual socorre a los huérfanos y a las viudas y a aquellos que, por enfermedad o cualquier otra causa, tienen necesidad, y a los esclavos y a los que están de paso entre nosotros, y en una palabra, se ocupa de todos los que están en necesidad. Pero el domingo es el día en que todos nos reunimos en asamblea común porque es el primer día en el cual Dios, habiendo hecho un cambio en la tinieblas y la materia, hizo el mundo; y Jesucristo nuestro Salvador r esucitó el mismo día de entre los muertos. Porque Él fue crucificado el día anterior al Saturno (sábado); y el día después de Saturno, que es el día del Sol, habiendo aparecido a sus apóstoles y discípulos, les enseñó estas mismas cosas, las cuales hemos sometido a ustedes para su consideración (Comentarios sobre la adoración semanal del capítulo 67 de First Apology [Primera apología]).

Junto con Ignacio y Justino Mártir, muchos otros padres apostólicos y de la iglesia primitiva declararon claramente al domingo como el día cristiano de adoración. Esto fue mucho antes de la centralización de la autoridad de la Iglesia en Roma y la “cristianización” del Imperio Romano bajo el mandato de Constantino.  2 

Ignacio, Justino Mártir y otros padres de la Iglesia atribuyen el hecho de que se adore los domingos a que Cristo resucitó el primer día de la semana. Esto no es sorpresa, no sólo por el simbolismo que tiene con el día de la resurrección de nuestro Señor, sino porque el Señor mismo hizo hincapié en el domingo y no en el sábado al escogerlo como el día en el que se reunió con sus discípulos en sus apariciones posteriores a la resurrección (Marcos 16; Lucas 24; Juan 20:19-29. Además, el Espíritu Santo se manifestó a Sí mismo un domingo y así nació la Iglesia (Hechos 2).

Aunque los principios morales que se hallan en los otros nueve mandamientos se expresan repetidamente en el Nuevo Testamento, ni una sola vez instruye el Nuevo Testamento a los cristianos a que guarden el mandamiento del sábado. Por el contrario, Colosenses 2:16-17 afirma que no debemos dejar que nadie nos juzgue respecto al sábado. En Romanos 14:1-6, el apóstol Pablo dijo claramente que se oponía a la controversia sobre “cuestiones disputables”. Declaró: “Uno juzga que un día es superior a otro, otro juzga iguales todos los días. Cada cual esté plenamente convencido según su propio sentir” (v.5).

Dios dio el sábado a Israel como señal de su pacto especial con su pueblo escogido. Formaba parte de un elaborado sistema de sacrificios, rituales y ofrendas (Éxodo 31:13-17; Nehemías 9:13-14). Sin embargo, la Epístola a los Hebreos afirma claramente que la venida del Mesías invalidó estas regulaciones (Hebreos 10:1-18). Hace hincapié en que el Antiguo Testamento ha sido reemplazado por un nuevo pacto (Hebreos 8:7-13). Pablo advirtió a la iglesia de Galacia sobre el legalismo que se relaciona con la ley mosaica diciendo:

…¿cómo es que os volvéis otra vez a las cosas débiles, inútiles y elementales, a las cuales deseáis volver a estar esclavizados de nuevo? Observáis los días, los meses, las estaciones y los años (Gálatas 4:9-10).

Cuando se reunió el concilio de Jerusalén para establecer las obligaciones de los creyentes gentiles con respecto a la ley del Antiguo Testamento, concluyó que los únicos “requisitos” eran abstenerse “de cosas sacrificadas a los ídolos, de sangre, de lo estrangulado y de fornicación” (Hechos 15:29). La circuncisión fue rechazada y la observancia del sábado ni siquiera se mencionó.

Ya no tenemos que permanecer en las sombras de la ley del Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento -no la ley mosaica- es nuestra norma. Para los cristianos, el significado del sistema mosaico ha sido abolido. Sus reglas y regulaciones tienen autoridad sólo cuando coinciden con los inmutables principios morales afirmados en el Nuevo Testamento.

Puesto que el Nuevo Testamento dice claramente que la observancia del día de reposo no es esencial a la salvación ni un aspecto crucial de la vida cristiana, consideramos legalista y divisora toda insistencia en que la adoración en el día de reposo es esencial al andar cristiano. Respetamos a los otros cristianos que tienen razones personales para preferir la adoración los sábados, y consideramos que su elección es un asunto de libertad cristiana. Además reconocemos que puede haber profundos beneficios espirituales en el apartamiento de un día para descansar, adorar y meditar, ya sea el sábado, el domingo u otro día. Pero las amargas controversias acerca del sábado sólo sirven para interferir con la proclamación del evangelio de la gracia de Dios para nosotros en Cristo Jesús.


Notas:

  1. “La violación del día de reposo era una ofensa grave, y la persona que trabajaba en el día de reposo tenía que ser “cortada de entre su pueblo” (Éxodo 31:14). Durante su peregrinación en el desierto, los israelitas llevaron a juicio a un hombre que encontraron recogiendo madera un día de reposo. Lo mataron a pedradas según el mandamiento del Señor por profanar el día de reposo (Números 15:32-36)” (D.A. Rausch en Evangelical Dictionary of Theology).
  2. La evidencia de que los cristianos apostólicos empezaron a observar el Día del Señor -el primer día de la semana- es tan fuerte que Michael Green, F. F. Bruce y otros historiadores de la Iglesia lo citan como evidencia importante de la resurrección.

Escrito por: Dan Vander Lugt