Aunque las Escrituras nos dicen poco acerca del origen de Satanás, nos dicen que es un ángel caído de considerable poder. Uno de los pasajes más conocidos es Efesios 6:12:

Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

Jesús llamó a Satanás “el gobernador de este mundo” (Juan 12:31), y Judas nos dice que es tan poderoso, que hasta el arcángel Miguel carecía del poder para reprenderlo (Judas 1:9). Pablo lo llamó el “dios de este siglo” en 2 Corintios 4:4. También lo describió en Efesios 6:12 como la cabeza de un gran “ejército” de espíritus malignos altamente organizado. Satanás es un astuto mentiroso capaz de seducir a Adán y Eva y disfrazarse de “ángel de luz” (2 Corintios 11:14).

Aunque Satanás es descrito en la Biblia como poderoso, peligroso y un adversario al que hay que respetar, no debe de ninguna forma ser considerado igual a Dios. Es una criatura con limitaciones de criatura. Su poder no es nada en comparación con el del Dios soberano. Y según Santiago 4:7, gracias al poder que Dios da a sus hijos, si resistimos al diablo él huirá de nosotros. Aunque es sutil y astuto, el diablo es un enemigo derrotado que continúa resistiendo a Dios furiosamente hasta el tiempo en que sea echado en el infierno para siempre.

Escrito por: Dan Vander Lugt