Dios permitió que el mal entrara en su universo como precio de la libertad. Aunque pudo haber creado el universo sin el potencial de sufrir ni pecar, en un universo así no hubiera podido haber criaturas libres. Hubiera sido un universo robótico, sin más conocimiento de la gracia o de la bondad de Dios que una colonia de insectos.
La Biblia enseña que Dios se hizo humano y participó del sufrimiento de su creación. Al experimentar y compartir el sufrimiento de su universo, hizo posible la redención. Hizo posible que todo lo malo del mundo a la larga se corrigiera.
La verdadera naturaleza de Dios se revela en Jesucristo. El apóstol Pablo declaró:
Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Colosenses 2:9)
En el universo natural, la realidad implícita a veces parece ser buena y a veces mala. Sólo Cristo proporciona una clara definición del carácter santo y amoroso de Dios.