Los 39 libros del Antiguo Testamento y los 27 del Nuevo Testamento son los únicos escritos que los cristianos consideran plenamente inspirados. Los libros que están en nuestro Antiguo Testamento actual fueron aceptados universalmente en la época de Cristo y aprobados por Él. De hecho, hay cerca de 300 citas de los libros del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento.
En las Biblias catolicorromana y anglicana se hallan una serie de libros que se consideran valiosos, pero no inspirados. Estos libros se llaman Apócrifos (que significa “oculto”, “secreto” o “profundo”). Pero los libros Apócrifos nunca fueron reconocidos como plenamente inspirados ni por los judíos ni por la iglesia primitiva.
Aunque el canon del Nuevo Testamento fue confirmado oficialmente en su forma presente y final por el tercer concilio de Cartago en el año 397, los 27 documentos que contiene fueron aceptados desde el principio como autorizados.
El Nuevo Testamento está arraigado sólidamente en la historia. Gira alrededor de la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo. Ni siquiera los críticos más racionalistas del siglo XIX podrían encontrar razón para cuestionar la paternidad literaria de Pablo de 1 Corintios, y desde hace mucho tiempo ha sido reconocida como el testimonio escrito más antiguo de la resurrección de Cristo. En 1 Corintios 15 Pablo declaró:
Pues si los muertos no resucitan, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado; y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es falsa; todavía estáis en vuestros pecados. Entonces también los que han dormido en Cristo han perecido. Si hemos esperado en Cristo para esta vida solamente, somos, de todos los hombres, los más dignos de lástima (vv. 16-19).
Los cristianos del primer siglo circularon documentos -ya fuera escritos o aprobados por los apóstoles- que contenían una explicación autorizada de los relatos concernientes a la vida y las enseñanzas de Jesús. Estos documentos muchas veces se citaban mutuamente y presentaban el mismo mensaje del evangelio desde perspectivas distintas y en estilos distintos. Cientos de otros documentos se escribieron y se circularon, pero la Iglesia rechazó rápidamente los documentos ilegítimos y estableció la autoridad de los que eran genuinos.
Escrito por: Dan Vander Lugt