Aunque el bautismo es un acto de obediencia importante, no es necesario para la salvación. El único requisito para salvación es la fe en el Señor Jesucristo (Juan 1:12-13; 3:16-18; 6:28-29; Efesios 2:8-9). En el primer siglo, el bautismo siempre ocurría inmediatamente después como primer paso de obediencia, tanto que se menciona junto a la fe como parte del “paquete” que entraba a una persona en el cuerpo de Cristo (Mateo 28:19; Marcos 16:16; Hechos 2:38). Sin embargo, pasajes como Juan 1:12-13, Romanos 3:21-31, 4:1-12, 5:1 y Efesios 2:8-9 dicen claramente que lo que da salvación es la gracia de Dios por medio de la fe solamente.

El malentendido de aquellos que enseñan que el bautismo es necesario para la salvación se deriva en parte de no reconocer que el Nuevo Testamento fue escrito por personas que conocían el bautismo lo suficiente como para entender que era el medio normal de expresar la conversión. En ese contexto, los primeros cristianos tenían menos probabilidades que nosotros de entender mal el simbolismo que había en las palabras del apóstol Pablo:

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida (Romanos 6:3-4).

Él podía usar las expresiones “bautizados en Cristo”, “bautizados en su muerte”, y “sepultados con Él por medio del bautismo para muerte” con la confianza de que sus lectores se darían cuenta de que estaba usando un lenguaje simbólico. Obviamente, el bautismo no nos hace morir físicamente con Cristo ni ser sepultados en la tumba adonde fue colocado su cuerpo. Expresa nuestro deseo de vivir una vida cristiana victoriosa y simboliza nuestra identificación con Jesucristo por medio de la fe, por la cual compartimos los beneficios de todo lo que Él hizo por nosotros.

Reconocemos el simbolismo, por ejemplo, en el anillo de bodas. Un anillo no hace físicamente que el amor y la devoción sean para siempre, sino que simboliza esas cualidades. De la misma forma, llevar un aro de oro no hace que quien lo lleve sea un cónyuge fiel. Su simbolismo es una expresión exterior de una realidad interna, y puede ser un recordatorio útil de fidelidad.

En las Escrituras, versículo tras versículo, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento afirman claramente la salvación por gracia por medio de la fe solamente. Abraham, David, Moisés, Daniel y una hueste de personas del Antiguo Testamento nunca fueron bautizados. Y sin embargo, son héroes de la fe y herederos de la salvación. Al ladrón moribundo que se arrepintió se le prometió la compañía de Jesús en el paraíso a pesar de que murió sin bautismo (Lucas 23:43). Si interpretamos los pocos pasajes que parecen hacer del bautismo un requisito para salvación a la luz de cientos que declaran que la salvación es por fe solamente, y los muchos que claramente hacen del bautismo un símbolo, los encontraremos en perfecta armonía con la verdad bíblica.

Escrito por: Dan Vander Lugt