Es fácil entender por qué la gente piensa que la tradición judeo-cristiana cultiva la intolerancia. Cuando los israelitas invadieron a Canaán, tenían la orden de matar a sus habitantes sin misericordia. Luego, pero sin la misma aprobación divina, los conquistadores “cristianos” convirtieron implacablemente la religión cristiana en un arma cultural que combinaban con la fuerza militar. Gran parte de la “cristianización” de Occidente se logró a filo de espada, y las motivaciones de los jefes militares eran, en el mejor de los casos, mixtas.

Comparado superficialmente con el cristianismo y el judaísmo, el paganismo parece tolerante. En el paganismo, todo el mundo tiene sus propios dioses (y valores), y, en teoría, todo el mundo está dispuesto a dejar que los demás crean, adoren y actúen como quieran. Todo el mundo tolera a los dioses de todo el mundo, y todo el mundo se lleva bien.

En la realidad, las cosas no funcionan tan amigablemente. Los diferentes dioses representan diferentes valores morales y culturales. Inevitablemente, los dioses (y los valores) de los grupos paganos chocan. En el paganismo, los grupos más fuertes a la larga abruman a los más débiles y les imponen sus dioses sin preocuparse para nada por la justicia. Si observamos las partes del mundo que todavía están controladas por las religiones y los valores culturales paganos, tendremos una perspectiva más realista de la “tolerancia” pagana. Las culturas paganas se caracterizan por el tribalismo, la brujería, la superstición y el temor. De hecho, esa era la condición de la Europa pagana antes de la introducción del evangelio.

Es cierto que la fe cristiana fue explotada por reyes, cruzados e inquisidores. Con una regularidad deprimente, los reyes mundanos y astutos condujeron cínicamente a sus ejércitos “cristianos” contra otros enemigos “cristianos” (así como también paganos y musulmanes). A pesar de esto, el evangelio cristiano y la influencia del Espíritu Santo estaban obrando dentro del vaso imperfecto de la cultura occidental, afirmando el infinito valor que tiene cada persona para un Dios de amor. Como resultado de ello, aunque sus enemigos siguen considerando intolerante a la tradición religiosa judeocristiana, la influencia de la religión bíblica ha hecho del mundo occidental la sociedad más humana, iluminada, tolerante y diversa que haya existido jamás.

Gran parte de la intolerancia dentro de la tradición occidental judeocristiana ha sido inexcusable. Pero a pesar de graves faltas, parte de la intolerancia de esta tradición iba dirigida a falsedades, injusticias, supersticiones y maldades reales. ¿Por qué? Porque la religión bíblica sola se basa en una perspectiva de Dios que da una base razonable tanto a la tolerancia como a la intolerancia.

Los cananeos probablemente se sorprendieron de que los israelitas miraran con horror a los sacrificios humanos y otras clases de depravación inhumana que ellos practicaban en nombre de sus dioses. Estaban convencidos de que si no llevaban a cabo aquellos horribles rituales, sus dioses se enojarían y ellos serían castigados.  1 

La Iglesia de hoy evidentemente no está en la posición de Israel. De hecho, siempre que la Iglesia ha procurado tomar directamente las riendas de la autoridad gubernamental ha perdido su amor por su Señor y se ha vuelto cruel y corrupta. Pero Dios ha colocado a la Iglesia donde puede hacer la obra de Él. La Iglesia puede (y debe) influenciar la cultura y el gobierno dando un ejemplo de pureza y amor. También está en posición de apelar a la cultura y al gobierno sobre la base de la razón y la ley natural.

A pesar de notorios fracasos, fue la presencia de la Iglesia y su testimonio los que alimentaron la visión ética y humanitaria de Occidente. Sólo cuando la gente cree en el Dios bíblico, un Creador santo que ha establecido una verdadera ley moral y que exige lealtad a la verdad y la justicia, es que está dispuesta a confiar en el proceso de la ley y la justicia. No puede haber civismo sin confianza en la ley y la justicia.

Pero igual de importante que la influencia de la Iglesia en el establecimiento de la valía de la persona y en la promoción de la fe y la justicia era el llamamiento bíblico a la transformación del corazón de la persona.

En el centro del Antiguo y del Nuevo Testamento está la declaración de que lo más esencial para el alma humana es la conversión individual,  2  “nacer de nuevo” como respuesta al llamamiento del Espíritu Santo. Esta respuesta individual es importantísima; es lo que determina el destino eterno de cada persona. Este énfasis bíblico en la conversión personal confirma la impresionante valía y dignidad de la persona. Cada uno es responsable de su propio destino espiritual. El llamamiento bíblico a una conversión personal es la causa del énfasis en la libertad y la dignidad individual que se están dando en Occidente (y en otras sociedades que están adoptando valores occidentales). Fue el respeto bíblico por la conciencia individual lo que llevó al desarrollo del concepto político occidental de la “libertad de religión”. Incluso hoy, en los países islámicos modernos, los que se convierten al cristianismo y los críticos del islam son ejecutados.

La intolerancia de la Biblia de la falsedad y la maldad es la base de toda tolerancia genuina. Aunque se ha hecho mucho daño en el nombre de la religión bíblica, sólo los que no son sabios negarían la importancia de los principios bíblicos que alimentan y sostienen nuestros más esenciales valores culturales (Salmo 14:1; Proverbios 10:8; 18:2).


Notas:

  1. La cultura cananea daba poco valor a la vida humana. Los cananeos practicaban los sacrificios humanos, la bestialidad y la prostitución ritual como parte de su religión. 

    Esa era una de las razones por las que el Antiguo Testamento era tan intransigente en su llamamiento a la destrucción de la cultura cananea. Era tan depravada, que si hubiera sobrevivido habría contaminado a todo el que viviera en contacto con ella.

    Donde la influencia cristiana se ha propagado, empezando en Europa y luego en lugares tan diversos como las Américas, África, India y las islas del Pacífico, los sacrificios humanos, las castas sociales, la esclavitud, la poligamia, el canibalismo y otras costumbres denigrantes e inhumanas han sido suprimidas.

    1. (Levítico 18:21-26; 20:2-5; Deuteronomio 12:31; 18:10; 2 Reyes 17:31; 2 Crónicas 28:3; Salmo 106:34-41; Isaías 57:5; Jeremías 7:31; 19:5; 32:35).
    2. El Antiguo Medio Oriente daba lugar a la homosexualidad y la bestialidad en sus mitos y ritos. En la cultura asera, los sacerdotes qedeshim tenían fama de practicar la homosexualidad, así como las sacerdotisas qedeshot de practicar la prostitución. Israel a la larga prohibió tanto el qedeshim como el qedeshot, mientras que en el Ugarit, el qedeshim y el kohanim eran gremios sacerdotales de buena reputación. En la mitología ugarítica, Baal es representado preñando a una vaca para procrear al dios toro joven. El libro de Levítico, en la Biblia, prohibe expresamente la homosexualidad y la bestialidad (18:22-27) porque la población cananea había estado practicando esos ritos, los cuales eran rechazados por los hebreos como abominaciones (Encyclopedia Britannica, Middle Eastern Religions, p.64).
    3. Se creía que los Baalims y Baalots, dioses y diosas de la Tierra, eran los que revitalizaban las fuerzas de la naturaleza de la cual dependía la agricultura. El proceso de revitalización involucraba un matrimonio sagrado (hieros gamos) repleto de actividades sexuales simbólicas y reales entre los hombres, representando a los Baalims, y las prostitutas sagradas del templo (qedeshot) representando a las Baalots. Las ceremonias que involucraban actos sexuales entre miembros varones de las comunidades agrícolas y las prostitutas sagradas del templo dedicadas a los Baalims se centraban en el concepto cananeo de la magia solidaria. Cuando los Baalim (a través de las acciones de hombres selectos) preñaban a las prostitutas sagradas tanto simbólica como realmente para reproducir la misma especie, también se creía que los Baalim (como dioses del clima y de la tierra) enviarían lluvias a la tierra (identificadas muchas veces con el semen) para que pudiera dar una cosecha abundante de granos y frutos. Los mitos cananeos que incorporaban esos mitos de la fertilidad están representados en los textos mitológicos de la antigua ciudad de Ugarit (la moderna Ras Shamra) en el norte de Siria; aunque el dios El y su consorte son importantes como la primera pareja del panteón. Baal y su sexualmente apasionada hermana-consorte son significativos en la creación del mundo y la renovación de la naturaleza (Encyclopedia Britannica, Biblical Literature, p. 783,a).

      De mayor impacto y significado en lo que respecta a los cultos, fue una de las últimas prácticas en llegar a Roma: la Gran Madre en sus formas castrantes: Cibeles, Atargatis y Astarté. Estas eran versiones de las mismas diosas que los hebreos deploraban y cuyos eunucos o sacerdotes homosexuales servían en templos en gran parte del Cercano Oriente. Llegó a Roma en el año 204 a.C., y al principio sus seguidores eran pocos. Los galli, sus sacerdotes, eran todos emigrantes del Asia Menor, pues a los hombres romanos no se les permitía castrarse a sí mismos para imitar a Attis y servirle. A mediados del primer siglo después de Cristo, el emperador Claudio incorporó la adoración de la Cibeles a la religión del estado. (Cuando la Basílica de San Pedro, en la colina del Vaticano, fue agrandada alrededor del año 1607, se encontraron inscripciones que mostraban que una vez había habido allí un santuario a la Cibeles.) Al poco tiempo, la diosa tenía muchos seguidores en Roma, y tenía lugares sagrados no sólo en Italia, sino también en África, España, Portugal, Francia, Alemania y Bulgaria. En el tercer siglo, se agregó el bautismo en sangre de toro o de carnero a su ritual de iniciación, y a los ciudadanos romanos se les permitió convertirse en neófitos. En el cuarto siglo, San Agustín dijo que el ídolo de la diosa fue bañado en el Tíber y llevado en un bote que las matronas aristocráticas tiraban con cuerdas desde la costa, mientras que los galli bailaban a su lado en un frenesí, batiendo sus panderos (Sexuality And Homosexuality, A New View, Arno Karlen, W.W. Norton and Company, Inc., Nueva York, 1971).

  2. (Deuteronomio 6:5; 30:6; 1 Samuel 7:3; 2 Reyes 22:19; 1 Crónicas 29:17; Salmo 34:18; 51:2,10-13, 17; 147:3 Isaías 57:15; 61:1; Ezequiel 11:19-20; 36:26,31; Jeremías 4:4; 31:33; Zacarías 12:10; Lucas 4:18; Juan 3:3-10; Romanos 2:28-29; 2 Corintios 3:18; 5:17). 

Escrito por: Dan Vander Lugt