La Enciclopedia Británica define la brujería como:
El ejercicio humano de alegados poderes sobrenaturales con propósitos antisociales y malignos (llamada magia negra). Una mujer que presuntamente tenga esos poderes se puede llamar bruja o hechicera, y su contraparte masculino se llama mago, hechicero o brujo. La creencia en la brujería sobrevive en las culturas modernas tecnológicamente desarrolladas y sigue siendo un poderoso factor en la mayoría de las sociedades no letradas.
El Webster’s Third New International Dictionary define la brujería de la siguiente manera:
a. un acto o caso de emplear la magia especialmente con intenciones malévolas: un rito o técnica mágica; b. el ejercicio de poderes sobrenaturales: alegado coito con el diablo o con un familiar.
Y la Enciclopedia Colliers afirma:
La brujería se puede definir para propósitos generales como el uso de supuestos poderes sobrenaturales con fines antisociales. En las sociedades primitivas adonde la magia es parte aceptada del ritual religioso, el brujo es el practicante no autorizado y sobre todo malévolo.
Nótese que estas obras se refieren a la brujería como el uso de la magia y el poder sobrenatural con fines malévolos. La brujería de este tipo existe en casi todos los marcos culturales. Este juicio no es simplemente la conclusión de la “cultura cristiana”. El historiador Jeffrey B. Russell, quien no siente ningún tipo de hostilidad hacia el neopaganismo moderno, afirma:
Los cuentos populares, como los sueños, expresan las inquietudes de lo inconsciente en símbolos; el significado de la figura del brujo, igual que el significado de cualquier otro símbolo, varía con la historia. Sin embargo, por lo general representa una fuerza natural elemental que posee enormes e inesperados poderes contra los cuales una persona natural no puede prepararse ni defenderse, una fuerza que no necesariamente es maligna, pero sí tan foránea y remota del mundo de la humanidad como para constituir una amenaza a la ética social e incluso al orden físico del cosmos. Esta forma de representar a la bruja es muy antigua y probablemente prototípica. Esta bruja no es ni un mago sencillo, ni demonólatra ni pagana. Es una presencia hostil de otro mundo. El terror inspirado por este prototipo de bruja ayuda a explicar el exceso de odio y temor que surgió durante el furor de la brujería.
Escrito por: Dan Vander Lugt