Todas las parejas tienen sueños en cuanto a cómo desean que sean sus familias. Pero algunas se predisponen al fracaso al tener esperanzas que no son realistas. A continuación algunas de ellas:

Tendremos una felicidad familiar instantánea. No es realista pensar que la felicidad familiar va a ocurrir de la noche a la mañana y sin luchas ningunas.

En una familia mezclada se necesita más tiempo para edificar un hogar feliz. Las pérdidas asociadas con el divorcio, la lealtad a los padres biológicos, el hecho de que no hay una historia compartida y la falta de tiempo para pasar juntos son sólo unos cuantos de los factores que pueden retardar la unión entre padrastros, hijastros y hermanastros.

No hay un tiempo límite establecido para que haya cohesión familiar. Además, es útil recordar que incluso las familias que han permanecido intactas desde el principio deben trabajar para ser felices. Igual que en la iglesia, se necesita tiempo, esfuerzo y apoyo en Dios para lograr un espíritu de unidad y paz (Romanos 15:5-7). Es la constante aplicación de amabilidad, humildad, compasión, bondad, perdón, amor y paciencia lo que edifica la unidad (Filipenses 4:5; Colosenses 3:12-14).

Los niños darán la bienvenida a la casa automáticamente a su nuevo papá o su nueva mamá. Aunque las madres y los padres solteros agradecen el apoyo paterno omaterno adicional que reciben al casarse de nuevo, puede que los hijos no estén tan dispuestos a tolerar la nueva autoridad. Al sentirse celosos o amenazados por el nuevo cónyuge, muchos hijos se vuelven distantes o agresivos en su relación con su padrastro o madrastra.

Para aminorar el conflicto, las parejas tienen que definir claramente el papel del padrastro o la madrastra. Al disciplinar, los padrastros o madrastras no deben ser demasiado duros ni demasiado permisivos (Efesios 6:4). El hablar con los hijos sobre el nuevo papel en el hogar que tendrá el padrastro o la madrastra, el incluirlos al establecer las reglas de la casa más una disciplina justa pueden facilitar la confusión en cierta medida. El pasar tiempo con los hijastros y llegar a conocerlos puede disminuir la tensión y construir relaciones positivas.

El pasado no afectará la manera en que funcionamos como familia.

Algunos desearían poder borrar el doloroso pasado de una ruptura familiar. Temen que los ex cónyuges, los problemas de dinero y el dolor emocional entren por la puerta de su nueva casa y se conviertan en fronteras regulares no deseadas. Así que fingen que estos problemas no existen.

Los horarios de visita, los asuntos de la pensión alimentaria y las emociones sin resolver deben abordarse a medida que surjan. Lo mejor es reconocer estos problemas de manera realista.

El centrarnos en amar a los demás nos puede ayudar a pasar por alto algunos de los inconvenientes de una segunda familia (1 Pedro 4:8). También podemos dejar que los momentos difíciles nos enseñen paciencia, generosidad, y también a centarnos en las necesidades de los demás (Filipenses 2:4; Salmo 38:17-22). Encarar el pasado y aceptar ciertas realidades de una segunda familia pueden alentar el crecimiento personal y las relaciones familiares sanas.

Nuestra consejería prenupcial nos preparará para todo lo que encontraremos al formar una segunda familia.

Así como la capacitación médica en el aula de clases no puede preparar completamente a un médico para trabajar en una sala de emergencia, la consejería prenupcial es limitada en lo que puede hacer para que las parejas estén listas para un segundo matrimonio. Surgen emociones intensas y maneras no saludables de lidiar con el estrés que nos pueden sorprender. Es únicamente en los desafíos de la vida con una segunda familia que nos hacemos conscientes de algunas de las áreas que necesitan atención especial.

Aunque la consejería prenupcial es importante, es igualmente bueno para las parejas que se van a casar por segunda vez sigan educándose en lo que respecta a la vida familiar en un segundo matrimonio. Leer sobre temas relacionados con un segundo matrimonio, compartir con otras familias en las que ha habido un segundo matrimonio y permanecer en contacto con una firme comunidad de creyentes por medio de la participación en la iglesia son cruciales para el éxito de los segundos matrimonios (1 Tesalonicenses 5:11; Hebreos 3:13; 10:25; Gálatas 6:2).

El deseo de la mayoría de las parejas que se casan de nuevo es crear un hogar seguro y de amor para sus hijos y para ellos. Pero si nos aferramos a expectativas no realistas, podemos, sin querer, poner a nuestra familia en riesgo. En lugar de ello, las familias productos de segundos matrimonios se pueden ayudar examinando honestamente sus expectativas, ajustándolas a normas bíblicas, y confiando en Dios para que les ayude a redimir el doloroso pasado y a suplir las necesidades de su nueva familia.

Escrito por: Allison Stevens