Todas las familia luchan a veces por ser felices, pero las familias mezcladas1 a menudo enfrentan mayores obstáculos que las demás. Por ejemplo, la calidad de la relación entre padrastros e hijastros causa un gran impacto en el nivel de felicidad de una familia mezclada. La lealtad hacia los hijos biológicos y el saber cómo disciplinar también agregan importantes complicaciones.

Para hacer buen frente a estos desafíos, los esposos deben hacer que su relación mutua tenga la más alta prioridad (Génesis 2:24). Todos los esfuerzos hacia lograr un hogar feliz son inútiles si usted no considera los sentimientos de su cónyuge y toman las decisiones juntos. Un cónyuge cuyos sentimientos se ignoran empezará a sentirse descuidado, inseguro y no amado, lo cual crea infelicidad. Es importante que los cónyuges hablen de todo y tomen decisiones únicamente después de haber llegado a un acuerdo.

Se necesita mucho tiempo para construir relaciones amorosas en una familia mezclada. Los vínculos emocionales no suceden de la noche a la mañana, y no es realista pensar que padrastros e hijastros van a llevarse bien automáticamente. A veces sí ocurre, pero la mayoría de las veces se necesitan años para desarrollar un nexo más normal entre padre/madre-hijo/a. Sea paciente con sus hijastros (Proverbios 19:11; Colosenses 3:12). Además, sea lo suficientemente realista como para reconocer que a veces, la clase de afecto que usted anhela nunca se desarrollará. No obstante, los padrastros y las madrastras necesitan respetar y aceptar a los hijos de sus cónyuges y no tratar de forzar una inmediata relación estrecha. Ese respeto y aceptación a menudo termina siendo la base de la relación que usted desea.

A medida que su esposo o esposa conozca a sus hijos, empezará a ver cosas en ellos que usted puede haber pasado por alto. Muéstrese abierto al juicio de su cónyuge acerca de sus hijos. Puede que usted se sienta amenazado al escuchar algo negativo sobre ellos, pero el escuchar a su cónyuge es una muestra de respeto. El valorar estas reflexiones es una indicación de que usted respeta el importante papel que su cónyuge desempeña en la familia. El honrar su opinión puede incluso ayudar a resolver algunos de los problemas de disciplina o de relación que usted pueda tener con sus hijos. Es natural sentirse protector; pero esos sentimientos protectores podrían llevarle a rechazar observaciones valiosas, las cuales pueden, a su vez, llevar a acaloradas discusiones sobre los hijos (2 Timoteo 2:22-26). Cuando ese instinto protector se enciende, admítalo delante de su cónyuge y hable de él. Si usted se muestra abierto acerca de sus sentimientos puede desarrollar una mayor confianza e intimidad con su cónyuge (1 Corintios 13:6; Efesios 4:15; Santiago 5:16). Recuerde que no es usted contra su cónyuge; es usted y su cónyuge, juntos, tratando de encontrar la mejor manera de criar a los hijos que Dios les ha dado (Proverbios 1:8).

Tanto el padre o la madre natural como el padrastro o la madrastra2 son responsables de guiar a los hijos (Proverbios 13:24; 23:13; Efesios 6:1,4). Si usted ama a sus hijos (o hijastros) los va a guiar y a capacitar. El descuidar su preparación para la vida es falta de amor. Los padres biológicos, a su manera, necesitan hacer saber a sus hijos que el padrastro o la madrastra tiene igual autoridad de manera que haya un frente unido firme. Es de vital importancia para los hijos saber que existe un acuerdo entre ustedes, y que cada uno de ustedes tiene la misma autoridad sobre ellos.

Las familias mezcladas tienen tanta esperanza de felicidad a través de buenas relaciones como la tienen las familias tradicionales. Las primeras tienen que reconocer que su singular situación tiene desafíos únicos, y que esos desafíos se enfrentan mejor cuando han construido un matrimonio firme que honra a Dios. (Si desea más información acerca de las familias mezcladas, haga clic en el artículo «¿Quién debe tener prioridad en nuestra familia mezclada, mi cónyuge o mis hijos?»)

Escrito por: Allison Stevens


Notas:

  1. Una familia mezclada es aquella en la que uno o ambos cónyuges tienen hijos de relaciones anteriores.
  2. Los padrastros y las madrastras pueden tener una influencia positiva en la vida de sus hijastros. Aunque ser padrastro o madrastra es difícil a veces, sobre todo con los hijos más grandes, es un papel importante porque ellos lo ven a usted como ejemplo (Santiago 5:10-11).