Aunque las Escrituras se toman el pacto del matrimonio muy en serio, permiten el divorcio y el nuevo matrimonio en algunas situaciones. Para aprender exactamente cuáles son esas circunstancias empezaremos con las regulaciones del Antiguo Testamento sobre el divorcio y el nuevo matrimonio. Luego consideraremos las palabras de Jesús sobre este tema. Finalmente veremos las instrucciones dadas por el apóstol Pablo.

Deuteronomio 24:1-4 nos dice que cuando un hombre encuentra “alguna cosa indecente” en su esposa, se divorcia de ella y ambos se casan con otras personas, no pueden desbaratar este nuevo matrimonio para volverse a casar entre sí. 1 

Sabemos poco acerca del índice de divorcio en Israel entre la época de Moisés y el exilio a Babilonia más de mil años después. Sin embargo, al principio de la era neotestamentaria los hombres se estaban divorciando de sus esposas por las razones más triviales que se puedan imaginar. En la literatura rabínica de aquella época, quemar la comida del esposo estaba en la lista de los motivos de divorcio. Aunque la escuela conservadora de Shammai enseñaba que la provisión de Deuteronomio 24:1-4 requería una violación moral grave, la mayoría de los rabíes pertenecían a la escuela de Hillel, la cual era mucho más indulgente. Según ellos, cualquier hombre que quisiera el divorcio debía poder obtenerlo fácilmente. Hasta los rabíes que seguían a Shammai creían que vivir en celibato era una violación a la masculinidad de un hombre. Por tanto, en la práctica, las dos escuelas abogaban por el nuevo casamiento de cualquier hombre soltero, independientemente de los que hayan sido los motivos del divorcio. 2 

Por supuesto que aunque este haya sido el consenso rabínico, ciertamente no refleja la perspectiva bíblica del matrimonio. Las escuelas rabínicas de los días de Cristo muchas veces se equivocaban en su interpretación del Antiguo Testamento. Convertían la ley en un sistema de obras para obtener la salvación y creaban escapatorias por medio de las cuales las personas inteligentes podían hacer cosas terribles. Parece que esos eruditos judíos, que se enorgullecían de su lealtad a Moisés, a menudo no estaban a tono con la profunda espiritualidad de la ley.

En este contexto cultural y religioso, la afirmación del Señor de que la gente que se divorciaba por motivos menores cometía adulterio cuando se casaba de nuevo era impactante. Hasta asombró a los discípulos, como lo evidencia su respuesta  3  (Mateo 19:10). La enseñanza de Jesús era claramente contraria a las costumbres fáciles de su tiempo de divorcio y nuevo matrimonio. Él declaró que la única causa de un divorcio válido era porneia (inmoralidad sexual, Mateo 5:32), un término que abarcaba una amplia gama de pecados sexuales. Posteriormente, Pablo añadió otra razón legítima para divorciarse: la deserción voluntaria de un no cristiano de su matrimonio con un cristiano (1 Corintios 7:15).

Aunque el Nuevo Testamento explícitamente dice que tanto la infidelidad conyugal como la deserción de un no creyente son motivos de divorcio y nuevo matrimonio para un cristiano, no ofrece una descripción detallada de cómo debe lidiar un cristiano con una situación conyugal intolerable que no incluye ninguna de estas circunstancias. Parece que Pablo estaba pensando en esas situaciones cuando escribió:

Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer (1 Corintios 7:10-11).

Para resumir, existe un acuerdo general entre los evangélicos de que aparte de la muerte de un cónyuge, el Nuevo Testamento sólo da dos situaciones en las cuales se puede terminar un matrimonio con derecho a casarse de nuevo: la actividad sexual ilícita y el abandono por parte de un cónyuge incrédulo. No existen otros motivos correctos. Aunque podría ser necesario en algunas otras situaciones que un cristiano se separara o se divorciara de su cónyuge, las Escrituras le exigen que permanezca sin casarse hasta que se reconcilien. Desde el mismo principio, Dios reconoció el profundo valor del compromiso incondicional entre los esposos en el matrimonio. Misericordiosamente proporcionó una forma de salir de las relaciones que ya han sido destrozadas por el adulterio y el abandono, pero nunca fue su intención que hubiera “una salida fácil”.


Notas:

  1. Esto suscita tres preguntas:
    1. ¿Cuál es la “cosa indecente” que aparentemente daba al esposo motivo para divorciarse de su esposa?El significado del término “cosa indecente” no es claro. La expresión a menudo se traduce “desnudez” o “algo vergonzoso”. Básicamente, no sabemos todo lo que el término representaba, pero debe haber sido un asunto serio, menor que el adulterio.
    2. ¿Cuál es la razón de la restricción de que no se podían volver a casar el uno con el otro?No se da una razón para la restricción que prohibía el nuevo casamiento de dos personas una vez que se habían casado de nuevo con otras personas. Ciertamente que impedía que un hombre hiciera el experimento de divorciarse de su esposa y se casara con otra mujer pensando que podía obtener un segundo divorcio y volver a su primera esposa si así lo quería.
    3. ¿Por qué permitía la ley de Moisés esta interrupción del matrimonio?El mismo Jesucristo afirmó que la ley mosaica permitía el divorcio “por la dureza” del corazón de los hombres (Mateo 19:8). Debido a la fuerte naturaleza patriarcal de la antigua sociedad de Israel, si a un hombre no le gustaba su mujer por cualquier causa, él tenía el poder de hacerle la vida insoportable. Se podía casar con otras mujeres, tratarlas con respeto y favoritismo, y tratar a su primera esposa como a una esclava. Si lo hacía, ella no tenía más remedio que acudir al apoyo de su familia.
  2. En el Theological Dictionary of the New Testament [Diccionario teológico del Nuevo Testamento] de Kittel, bajo la explicación de porneia encontramos evidencia de que aun la estricta escuela de Shammai creía que era vergonzoso que un hombre divorciado permaneciera sin casar. Es interesante notar que, según Kittel, la escuela de Shammai enseñaba que una ofensa sexual de cualquier tipo era el único motivo de divorcio, pero abogaba por el nuevo matrimonio para todos los hombres divorciados, incluso aquellos que obtenían su divorcio por razones triviales. Parece que estos eruditos judíos estaban convencidos de que todos los hombres solteros encontrarían alivio sexual en alguna parte, y que la mejor solución era un nuevo matrimonio.
  3. Puesto que la cultura judía consideraba vergonzoso que un hombre permaneciera sin casar después de la muerte de su cónyuge o después de divorciarse, los hombres divorciados de aquel tiempo se casaban otra vez rápidamente con nuevas personas, independientemente de las circunstancias del divorcio.