Algunos cristianos creen que está mal observar y apoyar los eventos deportivos a nivel profesional. Argumentan que muchos fanáticos de los deportes están obsesionados. Algunos también creen que está mal que los atletas cristianos conduzcan en una carrera de autos, o que jueguen un partido de fútbol o de baloncesto en día domingo. A otros les preocupa que el deporte alienta el hábito destructivo de apostar.

El sentimiento detrás de esta preocupación es comprensible. Reconocemos que el deporte puede convertirse en una obsesión o en un ídolo que sustituya a las relaciones con los demás y con Dios. Otros también han llevado el oscuro mundo de las apuestas al terreno de los deportes profesionales. Y hacer deporte en día domingo es un asunto a considerarse detenidamente. Por estas razones, algunas personas bien intencionadas creen que los cristianos deben separarse del mundo de los deportes profesionales. ¿Pero es el problema así de simple?

Los cristianos cometen un error al desvincularse del deporte porque algunos lo hayan corrompido o hayan hecho un mal uso de él. Al igual que muchas otras cosas, el deporte puede usarse tanto para propósitos piadosos como impíos.

Por ejemplo, la comida es algo que Dios ha dado para alimentar nuestros cuerpos y para darnos placer. Desafortunadamente, algunos se exceden en la comida y la usan de una manera egoísta y autodestructiva. Sin embargo, como resultado de ello no debemos concluir que comer está completamente mal. La comida sigue siendo buena y correcta cuando se la utiliza para propósitos piadosos.

Satanás mismo tomó una de las cosas más sagradas en este mundo, las Escrituras, y las utilizó para malos propósitos cuando tentó a Jesús en el desierto (Lucas 4:10-11). Así como no podemos usar el argumento de que la Biblia está equivocada porque algunos hacen mal uso de ella, tampoco podemos usar un argumento similar con respecto a los deportes.

La Biblia nunca describe los deportes ni el atletismo como algo inherentemente malo. Por el contrario, Pablo reconoció que hay un lugar legítimo para los deportes al utilizarlos como ilustración para comunicar un propósito espiritual (1 Corintios 9:24-26; 2 Timoteo 2:5).

Existe un aspecto honorable en los deportes que no podemos ignorar. La competencia, la autodisciplina, la devoción, el trabajo de equipo y la camaradería son sólo algunos de los beneficios. Lo más importante es que el mundo del deporte puede ofrecer una vía para compartir a Cristo con los demás. Sería una gran tragedia si hubiéramos de clausurar esa vía.

Los atletas cristianos pueden hacer llegar el evangelio a personas a las que la mayoría de nosotros jamás tendríamos la oportunidad de alcanzar. Incluso en la muerte, tal y como lo vimos en el fallecimiento del golfista Payne Stewart y del jugador de fútbol estadounidense Walter Payton (ambos conocían a Jesucristo como su Señor y Salvador), existen oportunidades para proclamar a Cristo y testificar de la paz y el consuelo que sólo Él puede dar en medio de una pérdida repentina y abrumadora.

Muchos hombres y mujeres cristianos pueden hacer uso de un interés personal en los deportes para contactar a un vecino, un familiar o un compañero de trabajo que no sea cristiano, con el propósito más profundo de compartir a Jesús. En tanto que el interés en los deportes no se convierta en una obsesión, disfrutar de éstos es un ejemplo de cultivar un interés auténtico, con una intención más grande en mente. Es un medio de preparar el escenario para compartir el evangelio, una manera de estar en el mundo pero sin ser parte de él.

Escrito por: Jeff Olson