Muchos atletas se encuentran en lo que parece ser un aprieto ético. Dios los ha bendecido con talentos físicos extraordinarios, lo que hace posible que practiquen deportes a nivel profesional. Sin embargo, su deporte en particular a menudo los convoca a jugar o a competir en domingo.
Al considerar detenidamente este dilema, primero debemos entender que para un atleta profesional, jugar un partido o competir en su deporte es su trabajo. Esto no es un momento de esparcimiento para ellos. Es su vocación, su modo de ganarse la vida.
En segundo lugar, los atletas que trabajan en domingo se encuentran en la misma posición que los primeros cristianos judíos y gentiles. Luego de la muerte y resurrección de Jesús, el domingo, el primer día de la semana, poco a poco se convirtió en el día en que la mayoría de los cristianos se reunían y adoraban juntos. Sin embargo, el domingo era un día laboral común en el sistema judío. En consecuencia, muchos judíos, luego de poner su fe en Jesucristo, continuaron trabajando en sus labores y adorando en día domingo (temprano en las mañanas o en las noches) junto con otros cristianos.
Los cristianos gentiles también se encontraron en la misma situación. La iglesia primitiva se originó en una época cuando el mundo gentil no reconocía un día de adoración a la semana. Los cristianos en el Imperio Romano continuaron con sus ocupaciones normales en día domingo mientras que también se daban tiempo para reunirse. Esto continuó hasta el tiempo de Constantino (a principios del siglo IV). Él fue el primer emperador romano en abrazar el cristianismo, y el primero en hacer del domingo el día nacional de descanso y adoración.
Los atletas profesionales cristianos no son los únicos que se encuentran con el deber de trabajar el domingo. Los oficiales de policía, las enfermeras, los doctores, los bomberos y los que trabajan en las fuerzas armadas son sólo algunos de los que a menudo trabajan los domingos. Cualquiera que sea la profesión, lo importante es que, con regularidad, se reúnan con otros cristianos para adorar y tener comunión unos con otros (Hebreos 10:25).
Escrito por: Jeff Olson