Las personas a ambos lados del asunto a menudo malinterpretan el pecado de la homosexualidad. Al tratar de argumentar que hay tipos de relaciones homosexuales aceptables, algunos tratan de definir el pecado de la homosexualidad limitándolo a formas específicas de comportamiento sexual entre miembros del mismo género, tales como la pederastia (relaciones sexuales entre hombres y niños varones). Sin embargo, la definición del comportamiento insano entre miembros del mismo sexo de esta manera no refleja el espíritu o el lenguaje de la Biblia.

Al otro lado del asunto están aquéllos que no reconocen la diferencia entre experimentar la atracción entre miembros del mismo sexo y elegir buscar la lujuria y/o comportamiento homosexual. Hablando en términos generales, aquéllos que sienten atracción hacia miembros de su mismo sexo experimentan deseos que no se han elegido inicialmente. Están condicionados. La atracción por lo general brota de influencias tempranas y se desarrollan fuera del conocimiento consciente de una persona (vea ¿Eligen las personas sentir atracción sexual por miembros de su mismo género?).

Sentir deseos sexuales por miembros del mismo género no es el pecado de la homosexualidad. Romanos 1:26-27 entra en mayores detalles al respecto:

“Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío”

Frases tales como “se encendieron en su lascivia” y “cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres” muestran que la homosexualidad que el apóstol Pablo tenía en mente era lujuria y comportamiento, no sólo el sentimiento de atracción sexual por miembros del mismo género. Muchos que han sentido una atracción sexual antinatural por miembros de su mismo sexo no han cruzado una línea moral hacia la lujuria y el comportamiento sexual más que aquéllos que sienten una atracción sexual natural hacia miembros del sexo opuesto. No es hasta que cultivan fantasías en cuanto a un comportamiento sexual con otra persona de su mismo género, o hasta que efectivamente se involucran en dicho comportamiento que cometen el pecado de la homosexualidad.

Así como con cualquier tipo de pensamiento o comportamiento inmoral, la homosexualidad es fundamentalmente un pecado del corazón. Las afirmaciones de Pablo en cuanto a las mujeres que “cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza” (v. 26) y en cuanto a los hombres que “deja[ron] el uso natural de la mujer” (v. 27) demuestran que el pecado de la homosexualidad proviene de un corazón que se rebela contra Dios abandonando Su diseño natural para las relaciones y buscando relaciones anormales con miembros del mismo sexo.

Escrito por: Jeff Olson