He aquí algunas normas que usted puede aplicar a lo que ve en TV:
La prueba de la realidad
Incluso en las comedias, las tramas no realistas y los personajes estereotipados presentan a menudo una perspectiva moral retorcida. Los programas que no muestran las dolorosas consecuencias de las malas acciones distorsionan la realidad. De la misma forma en que no deberíamos pasarnos la vida asociándonos con personas malignas y necias (1 Corintios 15:33), tampoco debemos invertir tiempo valioso mirando programas inmorales y frívolos.
Todo miembro de la familia debe aprender a ser un espectador crítico y estar preparado para apagar las producciones «basura» que se realizan con mal gusto. Todos deberíamos estar dispuestos a explicar a los demás miembros de la familia por qué escogemos lo que vemos.
La prueba del valor
El relajamiento es una necesidad legítima, pero hay relajamientos mejores que otros. Con razón a la TV le han llamado «la droga de enchufe». Ni siquiera el tiempo para recreación debe desperdiciarse.
¿Podemos justificar el tiempo que pasamos mirando programas de TV en particular (o películas) en comparación con otras formas más activas de recreación, como la lectura, visitar a los amigos, jugar con los niños, salir a caminar o cultivar un jardín? ¿Nos hace más productivos y equilibrados el tiempo que pasamos mirando la TV, o nos quita vitalidad y socava nuestra creatividad?
La prueba de la moralidad
Vivimos en un mundo caído. Por consiguiente, todo buen arte reconoce la realidad del mal. El arte que ignora el mal no es profundo. Los más grandes escritores y obras de teatro de todos los tiempos -gente como Esquilo, Shakespeare, Goethe, Eliot, Tolstoy, Dostoyevsky y Melville- siempre han lidiado con el mal. Pero representaron el mal sin glamour ni sensacionalismo.
A veces los actores tienen que representar papeles inmorales. Pero un buen programa distingue entre la actuación y el exhibicionismo. A medida que se promueve más y más la pornografía «suave» en las redes comerciales para aumentar la popularidad, debemos tener en cuenta el sencillo razonamiento de que la fornicación «actuada» por actores profesionales y filmada para fines de entretenimiento público sigue siendo fornicación. La intimidad sexual humana es demasiado hermosa como para que los medios de comunicación la prostituyan bajo el disfraz de «realismo» o «libertad artística». De igual forma, tanto el testimonio del sentido común como de los académicos afirman que la violencia de los medios de comunicación, aunque sea simulada, causa el efecto de insensibilizar a los televidentes, disminuyendo sus inhibiciones y creando el apetito de ver más. 1
Los medios de hoy, como el circo romano, a menudo explotan el mal en vez de desenmascararlo, lo cual hace que ganen espectadores porque inflaman sus pasiones.
Si regularmente medimos lo que vemos en la TV por estas tres normas, probablemente descubramos que se reducirá en gran manera, e incluso podría eliminarse. 2
El uso que hace su familia de los medios de comunicación dice mucho a sus familiares y amigos acerca de sus valores, prioridades, metas y sueños.
Escrito por: Dan Vander Lugt
Notas:
- Los vínculos entre la cultura pop y la conducta son tentativos e indirectos a lo sumo. Aún así, los académicos que estudian esas cosas están ampliamente de acuerdo en que la exposición a la violencia de los medios de comunicación es correlativa a la agresión, la dureza y el apetito de violencia -incluso entre adultos, para no mencionar a los niños, a quienes les resulta más difícil distinguir entre lo real y lo indirecto. (Y entre algunos programas de TV, como por ejemplo Cops– no hay diferencia.) Estos estudios se realizaron primordialmente antes de la divulgación de la TV por cable, el Nintendo y la Internet a más de una habitación de adolescentes de 14 años. Como escribe la crítica social en su libro Mayhem: Violence As Public Entertainment [Confusión: La violencia como entretenimiento público]: «Estas fuentes llevan a los hogares representaciones de violencia gráfica … que nunca antes habían estado al alcance de los niños ni de la gente joven.» (Cita de «Of Arms and the Boy,» revista Time, por John Cloud).
- Michael Medved, el bien conocido crítico de cine, y su esposa Diane (psicóloga de niños), han adoptado esta posición con sus hijos. En lugar de permitirles el corrosivo efecto de la televisión en su hogar, la familia vota para seleccionar tres horas de películas de video a la semana. Ellos son los coautores del libro Saving Childhood, Protecting Our Children From The National Assault On Innocence [Salvemos la niñez, protejamos a nuestros hijos del asalto nacional a la inocencia], de Harper Collins/Zondervan.