El divorcio nunca es fácil. Es una experiencia dolorosa que parte el corazón a todo el que está involucrado. Las familias terminan separadas dejando a los hijos confundidos, enojados y afligidos. Nadie “gana” en el divorcio.
Cuando usted empieza a pasar por el divorcio su primer pensamiento es la supervivencia. Lo único que quiere es “poder soportar” el agudísimo dolor y seguir viviendo. Siente que le están desgarrando el corazón, pero la vida continúa. Debe ir a trabajar, pagar sus cuentas, limpiar la casa y seguir criando a sus hijos, cosas que algunos días pueden parecer una hazaña imposible.
El divorcio tiene un impacto tan fuerte que muchos tratan de sobrevivirlo por medio de la negación. La negación es una manera de proteger su corazón de los duros sentimientos del rechazo, la desesperación y la traición, lo que puede ayudarle temporalmente a absorber el trauma inicial. Consciente o inconscientemente, puede que usted se diga a sí mismo: “Esto no está pasando en realidad.” Podría convencerse de que su cónyuge está alardeando. Hasta podría evitar el decirle a los demás que su cónyuge le dejó o que piensa hacerlo.
A medida que la dolorosa verdad comienza a penetrar en su mente, es vital que tenga el apoyo de sus familiares y amigos. Anímese a contarle a los amigos en quienes confía lo que está pensando y sintiendo. No debe tratar de soportar el dolor del divorcio sin la provisión emocional y espiritual de sus amigos y familiares.
Una vez haya afrontado el hecho de que el divorcio es inevitable, experimentará muchos sentimientos abrumadores. La ira, la tristeza, el rechazo y sentimientos de traición le invadirán sin advertencia. Es importante que se permita esos sentimientos. No trate de taparlos ni adormecerlos con algo como la comida, el trabajo u otra relación. Todos podemos sentirnos tentados a suprimir nuestros sentimientos en alguna ocasión. Pero si se permite experimentar sus sentimientos va a fomentar con ello la sanidad, no a obstruirla. Si se dedica a evitar su dolor es más probable que experimente esos sentimientos dolorosos inadecuadamente más tarde en la vida y en diferentes relaciones.
Estos momentos de emoción pueden ser oportunidades para que usted conozca a Dios de una forma más íntima. Permita que Dios le consuele y vende y sane sus heridas (Salmo 30:2). Puede permitirle que le muestre cosas que tal vez haya pasado por alto durante años. Dios quiere mostrarle una mejor forma de vivir su vida. Desea ayudarle a ver y a romper patrones de relacionarse con los demás que pueden haber contribuido a esta devastadora experiencia del divorcio.
Este puede ser un tiempo de arrepentimiento por la manera como se ha relacionado con los demás en su vida. ¿Tiende a evitar los conflictos en las relaciones? ¿Le ha permitido a alguien por cierto tiempo que le falte el respeto? Tal vez usted tenga problemas con la intimidad y la comunicación. Esta parte de la sanidad es difícil y puede dar miedo. Puede que se sienta tentado a culpar a su cónyuge por todo lo que ha salido mal en su matrimonio. Culpar puede ser más cómodo que afrontar la parte que le correspondió en la ruptura del matrimonio, pero no le ayuda a crecer como persona.
Pero, ¿y si usted ha sido víctima de horribles abusos y violaciones de confianza? ¿No tiene derecho a poner más de la responsabilidad del divorcio en su cónyuge? ¿No se justifica su ira? A veces experimentará sentimientos naturales de ira y amargura. Claro, es correcto y apropiado hacer a su cónyuge responsable de la manera como le hirió. Las Escrituras no dicen que para ser una persona amorosa debamos ignorar las faltas de los demás y permitirles seguir en pecado. Más bien en Romanos 6:1-2 Pablo dijo que si amamos a Cristo y reconocemos el alcance de su gracia, no debemos permitir que un ser querido siga en pecado. Amar bien significa estimular el crecimiento de la otra persona para que se parezca más a Cristo y hacerle ver su responsabilidad con la esperanza de que vuelva a sus cabales.
Aunque se justifica cierta ira y amargura, no es bueno para nadie dejar que esos sentimientos crezcan y lleguen a convertirse en obsesión y venganza, pues esto impedirá que su corazón se someta a Dios (Proverbios 20:22; 22:4; 1 Pedro 5:5; Santiago 4:6-7).
Un corazón sometido a Dios y lleno de amor se alimenta de oración y acción de gracias. Al pensar en la traición que hubo en su matrimonio sería fácil sucumbir a los deseos vengativos y al odio. La amargura y la depresión pueden entrar en el corazón y destruir el amor y la compasión. La mejor forma de afrontar estas emociones negativas es sumergiéndose en oración y acciones de gracias. Ore por usted, por sus anhelos no satisfechos y por su dolor. Ore por la persona que pronto será su ex cónyuge. Ore para que el propósito redentor de Dios se produzca en su vida. Ore por esperanza, para que en medio de su dolor y su ira pueda un día tener un corazón compasivo hacia su cónyuge. Y dé gracias. Recuerde las maneras buenas y maravillosas en que Dios le ha respondido en el pasado. Esté listo para ver Sus bendiciones hoy. Un corazón agradecido le dará paz y guardará su corazón del odio (Filipenses 4:4-9).
Usted está comenzando una larga y solitaria peregrinación. Se sentirá rodeado de temor. Le invadirán sentimientos abrumadores de pérdida, traición y aislamiento. Habrá momentos en que se sentirá fuerte. Habrá otros en que le ahogarán olas de emoción. El camino a la sanidad significa que usted acepte estos tiempos de soledad como un lugar donde Dios quiere enseñarle cosas acerca de usted y de Él que todavía no ha aprendido. Clame a Dios en su desolación. Él le escuchará y le ayudará (Salmo 34:17-18).
El divorcio tiene el potencial de producir amargura, depresión y falta de confianza en la gente. También tiene el potencial de profundizar su relación con Dios, lo cual trae grandes bendiciones (Salmo 37:4-6,9,11,18-19; Mateo 5:3-10; Filipenses 2:1-2). Confíe en que Dios no le dejará solo en su sufrimiento. Él le consolará (Mateo 5:4) y le sanará (Salmo 34:17-18). No será un camino fácil, pero puede encontrar solaz sabiendo que Dios sufre con usted en su pérdida. Eso no era lo que Dios quería para su vida, pero Él puede usar el sufrimiento para derramar amor en su corazón y producir un carácter más profundo en usted (Romanos 5:1-5).