Jesús dijo que cuando un hombre y una mujer se unen en matrimonio, “no son ya más dos, sino uno” (Marcos 10:7-8). Sin embargo, para que dos personas crezcan en su unidad debe haber primero dos, cada uno con un buen entendimiento de sus propios valores, pensamientos y creencias. De lo contrario, el matrimonio corre el peligro de convertirse en una relación unilateral donde uno de los cónyuges controla regularmente al otro.
Seamos claros en cuanto a que ser una persona individual no significa que usted no necesite a nadie. Dios quiso que tuviéramos un grado saludable de dependencia de unos con otros (Gálatas 6:1-2). El hecho de que usted sea independiente no significa que no tome en cuenta lo que otros piensan; debemos permitir a los demás la libertad de tener sus propios pensamientos y opiniones. No significa que pueda tomar decisiones sin considerar cómo afectan a los demás. Los seguidores de Cristo siempre deben tener en consideración el interés de los demás (Filipenses 2:4).
Ser independiente significa que usted se conduce basándose en sus propias convicciones, normas y creencias. Tiene una mentalidad abierta, pero no se persuade fácilmente con lo que otros creen. Su tendencia es A tomar decisiones sobre la base de lo que usted cree que es bueno, correcto y que honra a Dios, incluso si corre el riesgo de enojar a los demás.
Para ayudarle a medir el nivel apropiado de independencia para un matrimonio sólido, hágase a usted mismo las siguientes preguntas: ¿Creo que mis opiniones cuentan para algo, o creo que no tienen importancia? ¿Tiendo a tomar decisiones y a interactuar con la gente basándome en mis convicciones de lo que es mejor, o por temor a perder su amistad o a experimentar su desaprobación y enojo?
Pregunte a los demás si creen que usted es una persona fuerte o débil. ¿Notan que usted sostiene su punto de vista en las conversaciones, o creen que usted tiende a hacer concesiones con demasiada facilidad? ¿Lo ven como a una persona que se defiende a sí misma con propiedad, o permite que la gente le controle o se aproveche de usted? ¿Da la impresión de ser una persona que puede hacer que los demás rindan cuentas de sus errores, o lo ven como a alguien que acepta la culpa con demasiada facilidad cuando algo sale mal?
Todo el mundo siente miedo a veces. Sin embargo, los que están controlados por el temor son susceptibles de ser usados y controlados en un matrimonio. Si le da miedo expresar lo que piensa porque teme que los demás se enojen y le desaprueben, no es lo suficientemente independiente como para casarse. Necesita tomarse el tiempo de construir la independencia y fortaleza piadosas necesarias para defender lo que usted cree y oponerse a las cosas que pueden destruir un matrimonio.
Los cristianos no están llamados a ser alfombrillas pasivas. Esto lo sabemos porque hubo momentos en los que Jesús denunció, cuestionó y confrontó a la gente que estaba equivocada (Mateo 23:13-33; Juan 18:19-23). Aunque usted tal vez no sea lo suficientemente fuerte ahora como para casarse, hay esperanza de que con el tiempo sí lo sea. Puede hallar la fortaleza y la libertad que se encuentran en Cristo, y empezar a relacionarse con confianza con los demás por amor y por una seguridad piadosa en usted mismo en vez de por temor. Cuando se sienta confiado delante de Dios por estar guiado por el Espíritu Santo puede madurar hasta el punto de convertirse en alguien ideal para el matrimonio que se ofrece al otro cónyuge como una persona completa, y además tiene la capacidad de reconocer la clase de compañero(a) que Dios desea para usted. Si usted ha sido testigo de un matrimonio abusivo, lo vital es tener la sabiduría para reconocer y entender la dañina dinámica de una unión como esa, y tomar la determinación de evitar relaciones con cónyuges potenciales que demuestren esa dinámica.
Escrito por: Jeff Olson