La Biblia no nos da mucha información sobre María, pero su papel en el plan redentor de Dios fue muy singular.
Lucas 1:26-56 registra el encuentro de María con el ángel Gabriel y su visita con su parienta Elisabet. En el capítulo 2 la vemos ponderar todo lo que ha sucedido con relación al nacimiento de su hijo. En el mismo capítulo, María reprende suavemente a Jesús, quien en ese momento tenía 12 años, por causarles a ella y a José tanta preocupación al quedarse atrás en el templo en Jerusalén en lugar de ir con ellos en caravana de vuelta a Nazaret (Lucas 2:41-49).
María se menciona de nuevo en la fiesta de bodas de Caná de Galilea cuando Jesús hizo su primer milagro público (Juan 2:1-12). Aparece unas cuantas veces después en relación con los hermanos y hermanas de nuestro Señor (Mateo 13:54-58; Marcos 3:31-35; 6:1-6). Cuando Jesús pendía de la cruz, miró hacia abajo y dijo con ternura: “¡Mujer, he ahí tu hijo!” (Juan 19:26), asignándola al cuidado del apóstol Juan. La última vez que se la menciona es en Hechos 1:14, adonde se le llama “María la madre de Jesús”.
María fue una persona extraordinaria. El ángel que le trajo el anuncio de que ella llevaría en su vientre al Hijo de Dios dijo que había “hallado gracia delante de Dios” (Lucas 1:30). Dios la honró por encima de todas las demás mujeres al escogerla para que fuera la virgen madre del Mesías. Sin embargo, los relatos bíblicos no hacen hincapié en su papel como madre de Jesús. De hecho, en ninguna parte de los evangelios Jesús la llama “madre” siquiera.
Aunque los evangelios presentan su preocupación de madre, claramente muestran su subordinación a su hijo. En Juan 2:4 Jesús la llamó “mujer” (expresión que no era tan dura en griego como lo sería en el español moderno), aparentemente para mostrarle suavemente que su relación con ella como Salvador tenía prioridad sobre su relación como hijo.
En ningún lugar se refiere la Biblia a ella como la madre de Dios ni implica de ninguna forma que haya nacido sin pecado. De hecho, ella misma reconoció su necesidad de un Salvador (Lucas 1:47). Calificó para dar a luz al Hijo inmaculado de Dios porque Dios la escogió e hizo que concibiera milagrosamente por medio de la “sombra” del Espíritu Santo (Lucas 1:35). Aunque es correcto honrarla como madre de Jesucristo, no hay base bíblica para colocarla en una posición de mediadora entre nosotros y nuestro Señor. Las Escrituras declaran:
Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre (1 Timoteo 2:5).
Escrito por: Dan Vander Lugt