La Escritura dice que si un padre ama a su hijo lo corrige cuando se pasa de la raya. Un padre que ama guía y enseña a sus hijos. La Biblia agrega que si uno no enseña ni instruye a un hijo es porque no lo ama (Proverbios 13:24). Esas son palabras muy potentes para los padres.

Es amor disciplinar a un hijo porque los beneficios de la disciplina le dan esperanza, lo ayudan a tomar buenas decisiones y a vivir una vida larga y en paz (Hebreos 12:11; Proverbios 6:23; 10:17; 12:1; 15:5; 15:32; 19:18).

La disciplina da esperanza, vida, paz y carácter a un hijo porque le saca de la cabeza ideas necias tales como: “Puesto que el mundo gira a mi alrededor, soy la persona más importante y debo salirme con la mía. Nadie más importa.” Por medio de una disciplina de amor, un hijo puede cambiar el centro de atención de sí mismo y mirar a su exterior para aprender a ser empático y respetar a Dios y a los demás.

Es un fracaso amar a un hijo si el padre prefiere ignorar las cosas antes que abordarlas directamente. La falta de disciplina enseña equivocadamente a los hijos que sus decisiones no tienen consecuencias. Un hijo que crece con poca o ninguna disciplina puede llegar a ser un adulto que tenga problemas con el dominio propio, la ira y el respeto a los demás (Efesios 6:4). Lo más probable es que sea exigente y egocéntrico cuando sea adulto. La Biblia dice que una persona que rechaza la disciplina termina en vergüenza y pobreza. Será un estúpido, actuará neciamente y desviará a otros. El rechazo de la disciplina revela además a una persona que se aborrece a sí misma (Proverbios 10:17; 12:1; 13:18; 15:5; 15:32).

La disciplina es necesaria porque nos motiva a cambiar por razones correctas. Da a los niños las herramientas adecuadas para vivir de manera responsable en el mundo. Descuidar la disciplina es no amar a los niños bien y además impide que los padres experimenten la delicia y la paz de ver a sus hijos vivir contentos (Proverbios 29:17). Los padres que reconocen sus propios problemas con la disciplina  1  pueden enfrentarlos y, por medio de una disciplina firme, ofrecer en amor un lugar seguro para que los niños crezcan y maduren.


Notas:

  1. Las siguientes son posibles razones por las que un padre encuentra que es difícil disciplinar:

    La disciplina exige mucho tiempo y paciencia. Dependiendo de la edad del niño y su nivel de comprensión, puede ser necesario que los padres expliquen lo que el niño hizo mal, por qué fue malo, y las consecuencias con las que tendrá que vivir. Para ello se necesita una cantidad significativa de tiempo. Desafortunadamente, debido a lo ocupada que vive la gente, dejar pasar las cosas es más fácil que abordarlas directamente.

    La disciplina requiere además buen juicio. Los padres han de poder evaluar una situación rápidamente, decidir cuáles son las cosas importantes que deben afrontar, y elaborar un plan de acción que funcione. Los padres necesitan conocer a sus hijos y entender cuáles consecuencias pueden manejar y qué enseñanza pueden obtener de ellas. A veces puede ser difícil tener que pensar rápidamente y usar un juicio acertado en situaciones acaloradas.

    Los padres sienten a veces que sus esfuerzos de disciplinar son inútiles porque los hijos siguen teniendo los mismos problemas. Un padre o una madre se puede sentir tentado a desistir porque es agotador abordar problemas una y otra vez. Pero desistir comunica el mensaje de que no vale la pena esforzarse para influir a ese niño de manera que sea una persona responsable (Proverbios 13:24).