Cada uno de nosotros es vulnerable a la tentación de la fantasía sexual. Cuando nuestra fe es débil y sentimos que la verdadera realización y gozo están fuera de nuestro alcance, es difícil resistir la poderosa ilusión de realización que ofrece la fantasía sexual. No debería sorprendernos que seamos tentados, ni tampoco debe sorprendernos el que no «venzamos» rápidamente esa tentación. Escribiendo específicamente sobre la tentación sexual, el apóstol Pablo dijo «Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana…» (1 Corintios 10:12-13).
Podría ser que la fantasía pornográfica y la adicción sexual obtengan su fuerza en un deseo natural de regresar al mundo de la intimidad y la seguridad que tal vez disfrutamos una vez cuando niños. En las relaciones adultas, se necesita mucho tiempo para desarrollar una intimidad y una verdadera confianza interpersonal. A menudo nos sentimos solos, impotentes y rechazados. Por otro lado, la fantasía sexual injuriosa ofrece la ilusión de intimidad instantánea, respeto y aceptación con cualquiera que queramos y de cualquiera que queramos. La potente ilusión de fantasía sexual hace que la adicción sexual sea mucho más esclavizante de lo que sería si fuera la mera expresión de un apetito biológico.
El primer paso hacia la libertad es reconocer que su obsesión sexual ha cobrado vida propia. Podemos desperdiciar una gran cantidad de tiempo y energía tratando de racionalizar y ocultar nuestros pecados secretos.
El próximo paso es enfrentar el hecho de que no habrá una cura rápida. Por muy resueltamente que oremos por liberación, la obsesión sexual nunca desaparece en una hora, un mes ni un año. No hay don espiritual milagroso que lo libere instantáneamente de un hábito que ha tomado años desarrollar. Usted tiene mucho trabajo que hacer.
El dejar cualquier adicción es doloroso. Dejar la adicción sexual involucra una agonía que no se puede evitar. Las personas adictas a la heroína toman metadona esperando evitar los dolores que produce dejarla. Sin embargo, al poco tiempo descubren que su adicción a la heroína ha sido reemplazada por su adicción a la metadona. No puede haber una cura verdadera sin dolor.
Para los sentidos saciados y las emociones subdesarrolladas, las primeras experiencias de intimidad verdadera son demasiado sutiles y no apremiantes como para ofrecer mucho consuelo. Al principio, no hay relación o actividad que proporcione el placer intenso y a corto plazo de la fantasía sexual. Igual que la emoción que da la cocaína o la euforia rápida de un alcohólico cuando tiene una «recaída», el pecado ofrece placer por un tiempo (Hebreos 11:25).
La intimidad en la relación es algo vivo que ha de ser alimentado y que necesita tiempo para crecer. Igual que una hermosa flor que florece al final del verano y lleva fragancia a cada rincón del jardín, la intimidad es producto de la disciplina y el compromiso. Hay que labrar el suelo, sembrar la semilla, llevar el agua, quitar la mala hierba y proteger las plantas. Estas actividades ofrecen poco aliento inmediato a una persona cuya voluntad y emociones han respondido toda una vida sólo a los placeres inmediatos. Pero el amor genuino es la puerta al gozo y la realización, y la adicción a la fantasía sexual obstruye directamente las verdaderas relaciones con la gente de verdad.
A largo plazo, el esfuerzo que se emplea para resistir la adicción sexual será recompensado muchas veces. Pero para avanzar hacia la libertad de la adicción se necesita obediencia, y la obediencia requiere fe. Usted ha usado la adicción sexual como medio de evitar los legítimos dolores de crecimiento de la vida. Ya es hora de aprender a aceptar el dolor legítimo que ha estado tratando de evitar.
Confiar en Dios a pesar del dolor emocional, la soledad y la frustración produce una sensibilidad a la profundidad y riqueza de la vida. Para un niño, la belleza salpicada de sol de una región arbolada es menos llamativa que las luces y el brillo deslumbrante de un carnaval viajero. Pero es hora de cambiar a cosas mejores (1 Corintios 13:11). Resista la fantasía sexual injuriosa por un período de tiempo y verá que empieza a notar cambios en sus percepciones a medida que el Espíritu Santo gana mayor influencia en su vida. Pablo escribió:
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza… (Gálatas 5:22-23).
Agradezca los sentimientos de culpa, hipocresía y contaminación que experimenta cuando no resiste la tentación sexual. Estos sentimientos no significan que usted no vale ni que esté condenado a los ojos de Dios. Su gracia sigue estando disponible para usted (Hebreos 13:20-21). Estos sentimientos son señal de una vida espiritual que fluye dentro, la convicción del Espíritu Santo a medida que otorga una mayor conciencia de la repulsividad y esterilidad del pecado.
No se avergüence de dar pasos para evitar las circunstancias y conducta que alimentan su obsesión. Satanás, el «acusador de los hermanos» (Apocalipsis 12:10) se deleita en hacerle sentir como si no fuera auténtico, un hipócrita o un mojigato porque está resistiendo los pensamientos y deseos pecaminosos que todavía forman parte de usted. Todos los cristianos luchan con la misma sensación de división (Romanos 7:21-23; Gálatas 5:17), pero no olvide que usted está huyendo de una adicción que le deja vacío e insatisfecho, y está escalando hacia la fuente de todos los placeres (Juan 4:14). No olvide tampoco que la Biblia promete que se le dará la fortaleza que necesita para triunfar (1 Corintios 10:13).
Uno de los primeros pasos que debe dar es eliminar la fuente de tentación de su hogar. Luego, en vez de planificar cómo hacer las cosas que le han mantenido bajo yugo, evite conscientemente las situaciones que le expongan a la tentación. No pierda de vista el hecho de que con el tiempo, sus sensibilidades y deseos sanos aumentarán, y el poder de su adicción se volverá insignificante. Además, recuerde que Dios no le juzga únicamente sobre la base de sus fracasos, sino sobre la base de lo que usted puede llegar a ser por medio de Cristo. Aunque su pecado es una ofensa a Dios, Él siempre le ama.
Escrito por: Dan Vander Lugt