Quizás reconozcas enseguida estas líneas que forman parte de una de las canciones más famosas de Miguel Ángel Guerra.

(…) Aunque hagan leña con mis ramas
y aplasten mi esperanza necias palabras,
una dosis de tu amor es suficiente
para en medio de esta jungla subsistir.
(…) De tu mano no me arrastra la corriente,
soy un hombre diferente, y te lo debo a Ti *

La melodía la compuso un buen amigo suyo en el momento más difícil de su vida, cuando su hermano murió. Sólo una “dosis” del amor de Dios pudo mantenerle vivo.

Muchas veces hemos llegado a la conclusión de que necesitamos a Dios en nuestra vida. Yo quiero ir un paso más allá y decirte que lo necesitamos en cada momento del día, en cada situación, en cada detalle que sucede. Que no somos capaces de vivir en todo el sentido de la palabra sin el amor de Dios.

Cuando nos encontramos en los momentos más difíciles necesitamos confiar en El, sentir su mano junto a la nuestra y vivir de una manera diferente.

Saber que la mano de Dios está con nosotros es la base de todo. De El viene nuestra confianza y el secreto de no caer en la desesperación cuando ocurren cosas que no podemos o no sabemos controlar.

Durante un viaje a Italia en avión, Iami mi hija mayor (tenía seis años en aquel momento) me preguntó: “¿El Señor Jesús está en el avión?” “Si, claro”, le dije yo, y ella se puso a jugar. Cuando bajábamos y alguna que otra turbulencia sacudió nuestra nave, yo oraba y le pedía a Dios que tuviese cuidado de nosotros y que pudiésemos llegar con bien. Iami ni siquiera se preocupaba por el movimiento, seguía dibujando tranquila. Me hizo pensar y preguntarme a mí mismo ¿Quién tenía más confianza en Dios? Sin ninguna duda ella. Todavía nos queda mucho que aprender de la fe de un niño.

En la Biblia aparece una afirmación que puede parecer casi increíble: “jamás caeré” (Salmo 62:1).

Tengo que reconocer que no había entendido esas palabras hasta no tener a nuestra primera niña. Cuando estaba dando los primeros pasos, siempre venía de la mano conmigo, y es cierto que aunque tropezaba muchas veces, jamás caía, porque yo no dejaba que se cayese, y volvía a levantar su brazo una y otra vez. Se quedaba colgando, pero no se caía… Eso es lo que hace Dios con nosotros. Nos lleva de la mano, y aunque tropecemos una y mil veces, nos sostiene siempre. Nos levanta, No nos deja caer tendidos en el suelo.

Como cuando llevamos a nuestro hijo de la mano, que puede tropezar, pero se queda colgando de nuestra mano, nosotros no lo dejamos caer. De la misma manera, Dios nunca nos deja caer. Con Su amor, nos basta cada día. Con una “pequeña” parte de su amor, podemos vivir seguros y ser diferentes en medio de esta “jungla”.


* “Una dosis de tu amor” Autor música y letra, Carlos Castellón; Word 1998

Jaime Fernández es escritor, músico y director del programa «Nacer de Novo» (TVG)