El poeta Robert Frost comento una vez que “el cerebro es un órgano maravillo. Comienza a trabajar cuando te levantas por la mañana y no para hasta que llegas a tu oficina.”
¿Me permiten hacer un comentario fuerte? A veces creo que el cerebro de muchas personas trabaja bien hasta que se convierten en cristianos. Entonces para de trabajar.
Se preguntarán por qué digo algo tan controversial, ¿verdad? Pues es que no termino de sorprenderme cada vez que veo como creyentes se dejan influenciar y controlar por tantas diferentes “doctrinas humanas”. No voy a nombrar ninguna especifica aquí, ya que no quiero ofender a nadie. Pero cada día hay más y más de esas “doctrinas” que no se ajustan a la Palabra de Dios
Lo extraño no es que existan “lideres” que desean controlar a sus “súbditos” utilizando normas, reglas, enseñanzas y doctrinas que nunca fueron aprobadas por Dios. La más extraño para mí es ver cuanta gente permitió que su cerebro dejara de trabajar cuando entraron en la iglesia. Paran de pensar y simplemente aceptan cualquier enseñanza como venida de Dios.
Dios, por el contrario, quiere que utilicemos el cerebro y para ello nos conmina a la lectura de las Escrituras, a ser diligentes en enseñar, a aprender, y a perseverar en ello (1 Timoteo 4: 13, 15-16). Es decir, Dios nos pide que tomemos Su Palabra y analicemos las enseñanzas, doctrinas y normas a la luz de lo que la Biblia enseña. Que utilicemos nuestro cerebro. Si hiciéramos eso nos sorprenderíamos de cuantas doctrinas humanas han infiltrado la Iglesia.
Señor, perdónanos por no ser diligentes en el estudio de Tu Palabra y por relegar Tus enseñanzas a un segundo plano.