Era de noche. Una mujer sola permanecía de pie en medio de un gran temporal de lluvia y frío, con su coche averiado en una de las carreteras del estado de Alabama en los Estados Unidos.
 
Completamente mojada, desesperada y casi enferma, esta mujer de raza negra hacía señales a los coches que pasaban para que pudieran socorrerla, pero parecía no importarle a nadie.

Era el principio de los años 60.

De repente, un joven blanco paró para ayudarla. Daba la impresión de que a este joven no le importaban las ideas de segregación racial de ese momento, ni los conflictos que existían entre las razas. El paró, buscó un mecánico, y un taxi para que la mujer pudiese volver a casa. Ella se marchó muy deprisa, sin decir ni una sola palabra… sólo anotó rápidamente la dirección del chico para agradecerle su ayuda.

Sólo siete días después, llamaron a la puerta de la casa del joven, y le trajeron una televisión en color bien grande con una nota que decía “Te agradezco muchísimo que me hayas ayudado… Estaba realmente desesperada, y tú apareciste. Con tu ayuda pude llegar a dónde estaba mi marido antes de que él falleciese. Estaba muy mal y sabía que le quedaban muy pocas horas de vida. Dios te bendiga, sinceramente, la señora de Nat King Cole”.

Sé que te gustan las historias, de no ser así, no estarías leyendo un libro como éste… pero la necesidad y la trascendencia de ayudar a los demás es mucho más que unas cuantas historias que leemos y nos tocan el corazón. Fue el mismo Vicent Van Gogh, que dijo un día: “Cuando más vivo, más me doy cuenta que no hay nada más verdaderamente artístico que amar a la gente”

Lo que hace la diferencia en la vida es nuestro esfuerzo por ayudar a los demás. Y no pienses que estoy pensando en la vida de otros en primer lugar, sino en la nuestra propia.

Nunca olvides que cuanto más vacío está un corazón, más pesa. Cuanto más nos preocupamos de nosotros mismos, más pesados, tristes y frustrados nos sentimos.

Nuestra personalidad está hecha de tal manera que necesitamos involucrarnos con los demás, ayudar a otros, amar a los que tenemos cerca, comenzando por nuestra propia familia. No existe un arte mayor que ése. No hay nada que nos haga parecernos más a nuestro Creador que amar a otros, involucrarnos en sus necesidades, comprometernos cuando alguien nos necesita.

Es hora no sólo de tener buenos deseos, sino de cumplirlos. Es el momento de ayudar a quien lo necesita.

Jaime Fernández es escritor, músico y director del programa «Nacer de Novo» (TVG)