Era la temporada de los conciertos de la escuela secundaria y los estudiantes de música se estaban preparando para la gran fiesta navideña. La profesora había comunicado claramente cada detalle a los estudiantes y a los padres en dos ocasiones distintas, y la hora, fecha y lugar del ensayo obligatorio estaban claramente establecidos.
Pero el día del ensayo una madre nerviosa llamó durante la práctica para averiguar a qué hora se suponía que su hija adolescente debía presentarse. Otra llamó para decir, «Oh, estamos llevando a Tomás a lo de la abuela. No hay problema si se pierde el ensayo, ¿cierto?» Cuando la profesora les recordó a los padres que era una práctica obligatoria y que ya había comenzado, escuchó a alguien decir: «¿Por qué nadie me avisó? ¿Cómo iba a saberlo?»
Así como esta profesora se sentía molesta porque sus claras instrucciones fueron ignoradas, ¿será posible que Dios se sienta atribulado por nuestra tendencia a ignorar Sus claras instrucciones? En 1 Tesalonicenses, Pablo nos recuerda que el mensaje de inspiración divina nos dice «cómo [n]os conviene conducir[n]os y agradar a Dios» y que esas instrucciones fueron dadas «por el Señor Jesús» (4:1-2). Pablo explica que al Señor le entristece que ignoremos Sus enseñanzas y vivamos como nosotros queramos (Efesios 4:30-5:2).
Hagamos que leer las instrucciones de Dios y luego vivir conforme a ellas, sin excusas, sea nuestro objetivo.